Revisión del texto, notas y comentario: Tomás Álvarez, O.C.D.
SANTA TERESA DE JESÚS
MORADAS SEXTAS
Capítulo 3
Trata
de la misma materia y dice de la manera que habla Dios al alma cuando es
servido, y avisa cómo se han de haber en esto y no seguirse por su parecer.
Pone algunas señales para que se conozca cuándo no es engaño y cuándo lo es. Es
de harto provecho (1)[1].
1.
Otra manera tiene Dios de despertar al alma, y aunque en alguna manera parece
mayor merced que las dichas (2)[2],
podrá ser más peligrosa, y por eso me detendré algo en ella, que son unas
hablas con el alma de muchas maneras: unas parece vienen de fuera, otras de lo
muy interior del alma, otras de lo superior de ella, otras tan en lo exterior
que se oyen con los oídos, porque parece es voz formada. Algunas veces, y
muchas, puede ser antojo, en especial en personas de flaca imaginación o
melancólicas, digo de melancolía notable.
2.
De estas dos maneras de personas no hay que hacer caso, a mi parecer, aunque digan
que ven y oyen y entienden, ni inquietarlas con decir que es demonio; sino
oírlas como a personas enfermas, diciendo la priora o confesor, a quien lo
dijere, que no haga caso de ello, que no es la sustancia para servir a Dios y
que a muchos ha engañado el demonio por allí, aunque no será quizá así a ella, por
no la afligir más que trae con su humor; porque si le dicen que es melancolía, nunca
acabará, que jurará que lo ve y lo oye, porque le parece así.